Erróneamente, el concepto de artritis reumatoide va ligado a la asociación de esta enfermedad a personas mayores al ser confundida con la artrosis. Si bien esto tiene un componente de verdad, también debemos considerar que esta enfermedad puede afectar tanto a niños como a adultos.
¿Qué encontrarás en este artículo?
¿Qué es la artrosis de rodilla?
Esta enfermedad auto inmunitaria cursa con una inflamación de la articulación y los tejidos circundantes. Puede darse igualmente en articulaciones como manos, muñecas, codos, tobillos y rodillas.
Se trata de una enfermedad crónica y degenerativa a la par que sistémica, ya que puede comportarse de forma extra articular alcanzando órganos y sistemas como el cardíaco, el renal o el respiratorio.
La inflamación de la membrana sinovial causa el dolor y la hinchazón, que es visible a simple vista, causando sensación de rigidez y pérdida de destreza articular. Su principal incidencia son las articulaciones con mayor movilidad, de ahí que manos y pies, codos y hombros, caderas, rodillas o tobillos son las candidatas idóneas.
Como comentábamos, no se trata de una enfermedad asociada a la tercera edad, sino que su incidencia puede tener cabida en cualquier momento de la vida. Si bien es cierto que es una patología más frecuente en el sexo femenino, su afectación alcanza a cualquier persona con independencia de su edad, sexo, raza o hábitos de vida.
No mantener bajo control esta afectación, con el tratamiento correcto, puede degenerar en un daño importante causante finalmente de la deformidad progresiva de las articulaciones y la correspondiente limitación física que ello conlleva al producirse la pérdida de habilidades para las tareas diarias. Así, el deterioro en la calidad de vida es considerable.
¿Artritis reumatoide?
Esta patología presenta características singulares que la hacen distinguible de otro tipo de artritis, como por ejemplo la osteoartritis. Su particular patrón de afectación en las articulaciones la hace inconfundible. Zonas como las articulaciones de las falanges distales de la mano o la espina dorsal no se ven afectadas por ella.
Su incidencia a nivel corporal es significativa, ya que si una articulación está inflamada, es muy probable que la misma articulación del otro lado del cuerpo también lo esté. Ante estos patrones tan característicos, y con la comprobación mediante pruebas médicas, es fácilmente reconocible por los facultativos.
¿Qué me está pasando?
El hecho de notar una mayor rigidez articular, a la par que una visible hinchazón en la zona afectada, sobre todo instantes después de realizar cualquier tipo de ejercicio físico o mantener un hábito postural reiterado, es sintomático de este tipo de patología.
Se produce, así mismo, un sonido de chasquido o un raspado al moverse la articulación, lo que se conoce como crepitación. Aunque este tipo de síntoma ya evidencia un problema, la enfermedad da comienzo lentamente y de manera insidiosa, mimetizándose tras sintomatologías comunes a otras enfermedades, como por ejemplo la fiebre.
El síntoma principal es, sin duda, el perjuicio de las articulaciones diartrodiales. A la par que la evidente inflamación podemos observar otras particularidades como un aumento de volumen durante el descanso de la pernocta, nódulos reumatoides evidenciados en abultamientos duros e incluso algún grado de deformidad dependiendo de lo avanzado del proceso de deterioramiento.
Sintomatología específica de la rodilla
En el caso de esta articulación, al igual que el resto de posibles grupos articulares afectados, la sintomatología tendrá mayor incidencia por la mañana, tras el descanso nocturno, o después de un prolongado período de inactividad.
Así, los pacientes afectados por Artritis Reumatoide (AR), manifiestan rigidez articular prolongada, roce entre la tibia y el peroné al producirse en deterioro del cartílago de la rodilla, hinchazón y pérdida de líquido sinovial alrededor de las articulaciones, bilateralidad de la afectación, nódulos reumatoides bajo la piel, fatiga cronificada, procesos febriles de baja incidencia y pérdida de apetito.
En este caso, los síntomas varían sustancialmente de una persona a otra, aunque siempre se mantiene un cierto grado de prevalencia. Incluso puede ocurrir que en algunos individuos la afectación sea relativamente leve, con pedidos de actividad conocidos como episodios agudos o de exacerbación.
En otras ocasiones, la agresividad de la dolencia es mayor, manteniéndose activa en todo momento y evolucionando hacia el empeoramiento con el paso del tiempo.
¿Qué motiva la aparición de la artritis reumatoide?
La realidad de las personas que padecen artritis reumatoide es que no existe una motivación única, específica y demostrable mediante un patrón generalizado que justifique la aparición de esta patología. Si bien las posibilidades de desarrollar esta enfermedad atienden a patrones de edad y hereditarios, existen aspectos como lesiones previas que pueden conducir a su aparición.
En el caso de la herencia genética, especialistas en la materia inciden en que la presencia de ciertas proteínas transmitidas por vía familiar puede predisponer a padecerla. Así mismo, la frecuencia con que se produce podría verse afectada por factores medioambientales.
A nivel de incidencia genética se ha evidenciado una asociación directa más frecuente en el caso de la población caucásica, pese a no estar claramente demostrado el motivo por el que un porcentaje de personas de esta raza padecen y desarrollan, finalmente, esta enfermedad.
Entre los posibles factores medioambientales desencadenantes de esta reacción agresiva del sistema autoinmune a las articulaciones encontramos hábitos como fumar o una afectación motivada por algún tipo de infección o las propias hormonas.
Diagnóstico precoz
La artritis reumatoide no es detectable mediante pruebas específicas asociadas a esta enfermedad, si bien su diagnóstico es relativamente sencillo si ante la evidencia de los síntomas anteriormente analizados el paciente acude a la consulta de un reumatólogo.
Durante su fase inicial el diagnóstico presenta trazas de mayor complejidad al tratarse de una sintomatología común a diferentes afectaciones y debido a que las pruebas de laboratorio no arrojarán resultados sobre la totalidad de la misma.
El diagnóstico del traumatólogo se realizará con base en exploraciones complementarias a la sintomatología evidente de dolor, rigidez e hinchazón, como son análisis de sangre, pruebas de factor reumatoide, estudios de detección de anticuerpos frente a péptidos citrulinados y radiografías para localizar erosiones.
Tratamiento de la artritis
Como mencionábamos, la artritis reumatoide es una enfermedad crónica que carece de tratamiento específico para su cura en la actualidad. Por otro lado, sí es posible realizar un control adecuado de la enfermedad mediante terapias farmacológicas y diferentes estrategias de tratamiento.
Intervienen así dos tipos de fármacos para paliar sus efectos: los empleados con el fin de paliar el dolor, como son antiinflamatorios y corticoides, y los fármacos antirreumáticos, enfocados a modificar a largo plazo la enfermedad. La efectividad de estos últimos puede alcanzarse semanas e incluso meses después del inicio del tratamiento, no siendo eficaces en la totalidad de la población afectada.
Cabe señalar que si la enfermedad se encuentra muy avanzada, el paciente puede precisar una intervención quirúrgica.
Toda vez que se diagnostica una artritis reumatoide, es necesario plantearse una serie de metas a nivel de tratamiento que pasan por centrar las acciones médicas en el alivio del dolor, la reducción de la inflamación, detención o retraso del posible daño articular y la mejora en las funciones motrices y de bienestar del paciente.
Prevención antes del tratamiento
No existe ningún mecanismo que en sí resulte preventivo para la aparición de la artritis reumatoide, pero los expertos recomiendan mantener rutinas de actividad física habitual para favorecer el correcto funcionamiento de las articulaciones.